Troya

Es tal vez la más grande historia de amor jamás contada y uno de los más épicos conflictos bélicos de la humanidad.

Es una crónica de dioses y héroes, sobre el más diestro de los guerreros y la más hermosa de las mujeres.

Donde el protagonista decisivo es un gran Caballo de madera, que logra conseguir lo que no pudieron miles de guerreros, que llegaron en un millar de barcos a unas playas cercanas a las indestructibles murallas de una poderosa y majestuosa ciudad legendaria de Asia.

Difundida por un poeta trovador ciego, del cual no se ha encontrado alguna prueba de su existencia, hace muchos siglos y que la bruma del tiempo la ha convertido en una mezcla de misterios y mitos que no terminan, que todavía no han sido aclarados, que se resisten ha ser descubiertos hasta el día de hoy.

LA ILIADA

Durante mucho tiempo se creía que realmente esta ciudad nunca había existido, pues solo se tenía constancia de ella a través de los poemas épicos de Homero y de nadie ni nada más.

El incansable y erudito cronista invidente nos cuenta la guerra, asedio y destrucción final de la rica y gran amurallada Troya (o Illion), tras 10 años de asedio, en el año 1.180 a.C., durante la batalla de Troya entre los aqueos (griegos) y los troyanos.

Nos da a conocer sus principales detalles y las vidas de los protagonistas involucrados en la contienda así como los sentimientos y deseos de todos ellos, con muchas reflexiones y moralejas que conocer y aprender

Al no haber más evidencia que esos textos todo indicaba que era una pura ficción nada real.

Pero en el siglo XIX, un fanático y adinerado lector de La Ilíada se lanzó a la búsqueda de Troya.

Se trataba del alemán Heinrich Schliemann (1822-1890) quién logró desenterrar no una ciudad de Troya, sino distintas troyas construidas una sobre otra en distintas fases de construcción.

Schliemann estaba convencido de la veracidad de la Troya de Homero y, a pesar de tener en su contra a toda la comunidad científica de su época que lo tildaba de loco, comenzó las excavaciones en la colina de Hisarlik (Turquía), cerca de la costa, en septiembre de 1871, con un total de ochenta trabajadores.

Lo hizo sin orden o lineamiento alguno, la arqueología aún estaba en pañales, solo excavó y cavó sin descanso, hasta que encontró algo.

¿Por qué en este lugar del norte de Turquía y no en otro?

Pues, Schliemann apeló a los datos geográficos que aportaba Homero (los ríos Escamandro y Silios), a sus descripciones de los campos de batalla y de las acciones de los héroes, y por eso eligió la colina de Hisarlik.

En 1882, Schliemann convenció al arqueólogo alemán Willhelm Dörpfeld (1853-1940) para que se uniera a su aventura, y le ayudara a reinterpretar las unidades estratigráficas de las distintas fases de Troya.

Dörpfeld continuó la excavación en Troya tras la muerte de Schliemann, quien no lo incluyó o mencionó tras sus hallazgos, ya que no quiso compartir con él la gloria de descubrir a la legendaria Ilion de Homero.

La figura del descubridor de Troya es ahora polémica y controversial al conocerse varias acciones suyas que no hablan bien de su proceder, su recuerdo está manchado y así será recordado.

Se puede deducir que a través de los hallazgos arqueológicos se extraen 10 niveles de ocupación de la ciudad de Troya.

Es decir, entre las ruinas encontradas estaban los vestigios de 10 ciudades sucesivas en el tiempo y en el espacio que fueron Troya o Ilion.

Las cuatro primeras y más profundas, desde Troya I a Troya IV, se desarrollaron durante el III milenio a.C. habiendo una clara continuidad cultural hasta la fase de Troya V.

En la Troya VI se produce un auge de la ciudad, al igual que en la Troya VII, que gracias a sus números hallazgos es la principal candidata para identificarse con la Troya homérica.

Posteriormente, Troya VIII y Troya IX son las fases de ocupación de la Grecia Arcaica, la época clásica, el periodo helenístico y la ocupación romana.

La Troya X es la perteneciente al período Bizantino, antes de ser desocupada y caer en el olvIdo durante mucho tiempo.

Se han descubierto toda clase de objetos, desde utensilios de la época hasta ajuares de oro y piedras preciosas, con lo que se puede comprobar la gran riqueza acumulada por los habitantes de la gran urbe de Asia menor.

Poco a poco desde hace más de 150 años las ruinas de esta gran ciudad han mostrado mucha evidencia de que lo relatado por Homero fue cierto.

La gran epopeya pudo ocurrir sin duda tal y como Homero nos la contó, con el drama y crudeza que ya conocemos.

Paris, Helena, Aquiles, Agamenón, Príamo, Ulises, Héctor, Menelao y los demás personajes de esta gran historia de amor y guerra ya son eternos.

Ahora estamos seguros de su existencia.

Por: Antonio Aceves

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