Al final del día uno no puede permitirse estar un estado de duelo permanente por haber cometido algún error; sino aprovechar la oportunidad para aprender y volver a ponerse de pie.

“El mal entendimiento del concepto del fracaso”

NAVEGANDO HACIA LA ECONOMÍA DEL FUTURO

Estimados lectores, esta semana tuve la oportunidad de escuchar una entrevista a Bill Gurley. Para quienes no hayan escuchado hablar de Bill Gurley, se trata de un hombre de negocios reconocido por sus aciertos como inversionista de riesgo en empresas de etapa temprana enfocadas en tecnología.

Su nombre se volvió conocido fuera del medio, gracias a la referencia e inclusión de su persona y del rol que jugó en los primeros años de Uber, presentados en la serie de televisión “Super pumped”.

Dentro de esta entrevista Gurley relataba eventos relacionados con su carrera, algunos juzgados por sus resultados monetarios como exitosos, y algunos otros juzgados por la historia como fracasos.

Un evento al cual hacía referencia como el mayor error de su carrera ocurrió en el año 2002.

Para aquellos de ustedes que son jóvenes, difícilmente podrían concebir lo diferente que era el internet en aquel entonces. En ese entonces un par de jóvenes doctores en ciencias de la Universidad de Stanford presentaron a Gurley la oportunidad de invertir en una empresa con 3 años de antigüedad y 25 empleados llamada Google; debido a que no cumplía con el arquetipo y los criterios que su firma utilizaba como parámetros para decidir si invertir o no en una empresa, Gurley decidió no invertir. Si bien el rompimiento de la burbuja de las empresas tecnológicas tenía poco tiempo de haber ocurrido, Google ya tenía algunos años de vida y contaba con un producto líder en el mercado de búsquedas por internet y ya de adopción global.

En retrospectiva, dejó pasar la oportunidad de multiplicar en varios órdenes de magnitud cualesquiera que hubiera sido la cantidad de dinero que hubiera invertido en ese momento. Esto permitió a Gurley el cuestionar y reevaluar sus paradigmas y en consecuencia estar tener una perspectiva replanteada que le permitió evaluar de manera distinta, y aprovechar cuando se le presentaron, las oportunidades de invertir en Twitter, Uber, Dropbox, Snapchat e Instagram años después.

La reflexión que quisiera compartir a partir de todo esto, es que al final del día uno no puede permitirse estar un estado de duelo permanente por el hecho de haber cometido algún error que haya representado un fracaso; sino aprovechar la oportunidad para aprender del mismo y volver a ponerse de pie.
Es un hecho que todos nosotros a lo largo de nuestras vidas experimentaremos más errores que aciertos; pensemos en un bateador de grandes ligas promedio, “sólo” conecta un hit una de cada cuatro veces que entra a una caja de bateo; Steph Curry, posiblemente el basquetbolista más efectivo en tiros de 3 puntos en la historia de la NBA “sólo” encesta en promedio 4 de cada 10 tiros de larga distancia que intenta.
El fallar permite desarrollar la sensibilidad, la intuición y los instintos necesarios para lograr el éxito, gracias a las experiencias vivenciales y marcas que dejan en nosotros.
Tanto en el deporte, como en el trabajo, y en el emprendimiento, hay cosas que se aprenden y asimilan mejor de manera vivencial que académica.
Haciendo una analogía más con el mundo deportivo; por más que una persona desmenuce y estudie de manera milimétrica las técnicas de concentración y mecánicas de swing de Tiger Woods, no le será suficiente para convertirse en un golfista de clase mundial.

Si bien la educación y el estudio nos permiten obtener conocimientos valiosos y aprender de las experiencias de otros, el aprendizaje resultante sólo podrá ser reforzado y aprovechado gracias al privilegio de haber intentado, fallado y aprendido de esas fallas.
Sólo el fallar puede detonar el proceso de iteración y pivoteo; no por nada, según los estudiosos del tema, una mística que distingue a los grandes visionarios de Silicon Valley y a sus empresas, es que “fallar rápido, y aprender aún más rápido”.

Finalmente, no olvidemos que los fracasos y las equivocaciones definen a las acciones y a las decisiones, no a las personas.

Por: Guillermo Bortoni

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