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Granicus

Finales de mayo, 334 a. de C.

Es casi mediodía en la llanura del turbulento río Granicus en el noroeste de Anatolia (hoy Turquía) cerca de la ciudad de Zelea, el ejército griego se acerca cauteloso, alineado en orden de batalla listo para pelear, ya divisa en el horizonte a su adversario, un enorme contingente persa liderado por una coalición de diversos sátrapas (o gobernadores) del gran imperio del Rey de reyes Darío III codomano.

Su líder es el joven rey de Macedonia Alejandro III.

Los helenos con 13,000 soldados de infantería y 5,000 de caballería son superados numéricamente, en casi el doble, por el ejército asiático.

Entonces Alejandro mira la disposición de sus enemigos, se da cuenta que los jinetes persas están al frente y su infantería permanece detrás de ellos en la rivera opuesta del río, también observa que los asiáticos están colocados en una posición superior.

En seguida reorganiza sus filas ya que se da cuenta de que su colocación es mala.

Decide mover a los persas de su posición ventajosa en la que están para derrotarlos y ordena efectuar una astuta maniobra, simulando atacarlos moviéndose a su derecha y así abrir un hueco en su centro por donde penetrar y dar la vuelta para aniquilarlos.

Solo que hay un problema, los primeros de sus guerreros que hagan esa maniobra de finta quedarán expuestos al fuego lateral enemigo, con lo que arriesgaran grandemente sus vidas.

Para ejecutar esta genial maniobra táctica no hay nadie mejor que él, ya que su capacidad militar y conocimientos son muy superiores al de los jefes persas.

Hijo del Rey Filipo II y de Olimpia (princesa del Epiro) nace en Pella (capital de Macedonia) en el 356 AC, desde niño es educado para ser un príncipe instruido en filosofía y letras, aprende a leer a los grandes poetas y dramaturgos griegos, sus maestros, primero Leonato y luego Aristóteles lo hacen un joven ilustrado y culto, por otro lado recibe un duro entrenamiento físico, así se vuelve un hábil guerrero y un experto jinete desde niño.

Aprende de su Padre el arte de gobernar y hacer la guerra para mantenerse en el trono.

Hace amistad y se gana la lealtad de un grupo de jóvenes de la nobleza macedonia, quienes lo apoyarán y lo seguirán en sus aventuras.

Desde muy joven, con 16 años se une a su padre en las batallas y empieza a destacar por su decisión y rapidez de maniobra.

Así con solo 18 años un ataque suyo con la caballería en Queronea, en 338 AC, quiebra al hasta entonces invencible ejército tebano, es la clave para destruirlos y darle a Filipo la supremacía sobre toda la Hélade.

A los 20 años sube al trono después de la muerte de su padre, se consolida en el poder y junto con una coalición de griegos invade el inmenso imperio persa para hacerles pagar por tantas invasiones y crímenes que han cometido desde hace muchos años contra los griegos tanto de Asia como de Europa.

Considera a su causa como justa y para difundir la cultura helenística en todas partes.

Una vez cruzado el Helesponto (hoy estrecho de los Dardanelos) maniobra para entablar batalla contra los nobles persas (Darío considera que no es necesaria su intervención), quienes lo encaran en la llanura del río Granicus

A una señal de Alejandro la caballería griega cruza el río, la corriente es fuerte y las lanzas y flechas persas llueven, hay muchas bajas macedonias pero con su sacrificio han logrado mover a los asiáticos de una posición que era incómoda para los griegos, entonces se forma un hueco natural en el centro de la linea persa por donde Alejandro con su caballería los ataca de inmediato.

Se enfrenta a los líderes persas, quienes lo buscan para matarlo.

Por su yelmo brillante adornado con plumas blancas es identificado y rodeado, la lucha se vuelve encarnizada y sangrienta.

Alejandro con una lanza logra herir mortalmente a Mitridates (un jefe persa) en el rostro, pero Reosaces (otro jefe persa) carga contra él y con su cimitarra le destroza el yelmo sin herirlo de gravedad, Alejandro da la vuelta y con la lanza le atraviesa el pecho.

Aprovechando esta pelea Espitridates (otro jefe persa más) se le aproxima por detrás y levanta su espada para darle muerte pero el atento Cleito (su amigo desde la infancia) lo salva actuando con rapidez al cortarle el brazo al asiático de un solo tajo.

Mientras a su alrededor la caballería griega destruye al resto de los persas, ahora la falange macedonia puede cruzar el rio para rodear y acabar a la infantería enemiga.

Lo hace con rapidez mortal, todos los mercenarios griegos son aniquilados.

No hay ninguna misericordia para los traidores que por dinero voltearon sus armas contra sus antiguos compatriotas.

Es una gran victoria, no solo por las numerosas bajas enemigas, sino porque ha caído una gran cantidad de sátrapas y generales persas, a los que extrañará Darío.

Su ausencia será clave para la conquista macedonia de la rica y fértil Anatolia.

Alejandro rinde homenaje a sus muertos y vela por la curación de sus heridos, ofrece sacrificios a los dioses ya que entiende que se ha salvado por muy poco de morir.

También sabe que es el comienzo de un largo camino que lo llevará por toda Asia y cambiar para siempre la historia.

Por: Antonio Aceves

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