Dragón

A pesar de estar documentadas muchas historias sobre dragones en pergaminos antiguos, de diferentes lugares de Europa, Asia y norte de África, los eruditos paleontólogos, arqueólogos y biólogos afirmaron que todo es fruto de la fantasía y temor supersticioso de los escritores de esas antiguas épocas.

Señalaron que en todos los casos hubo confusión entre animales verdaderos, como grandes cocodrilos, lagartos y serpientes, combinadas con incursiones de feroces vikingos del norte, con la supuesta presencia de figuras míticas que llamaron dragones.

Y así parecía haber sucedido pero…

Un joven arqueólogo francés, Jean Louis Chartier, en 2003 descubrió que los restos de un tiranosaurio t-rex que había sido traído para su exhibición en un museo donde laboraba, mostraba unas heridas en la cabeza poco comunes (orificios con una profundidad mediana) y además los huesos de las sienes en ambos lados tenían rastros de carbon, como si hubiesen sido quemados.

Parecía que hubiese muerto durante una pelea.

Esto no fue creído por los directores del centro de historia, pero Chartier insistió y pidió apoyo para investigarlo, lo cual apenas consiguió.

Partió hacia Rumania, en una zona cercana a Transilvania, dónde fueron encontrados los restos del T-rex y luego de llegar al sitio de los hallazgos se encontró con unas historias desconcertantes, de los campesinos que vivían ahí desde mucho tiempo atrás, quienes dejaban comida a un ser volador, para que no se llevará sus animales (vacas y chivos) que tenían, que era algo que habían hecho de generación en generación.

Semanas después acudió al lugar donde se dejaban los alimentos y luego de algunas noches, en la madrugada escuchó un sonido raro proveniente del cielo, algo así como unas alas que se agitaban, ya que no había luna no salió de su tienda donde dormía, por temor a lo desconocido y por la mañana vio que la comida había desaparecido, los campesinos le dijeron que se la había llevado un ser alado.

También le contaron que sabían que venía de unas montañas cercanas así que Jean Louis volvió a París y organizó para meses más tarde una expedición a esos lugares y buscar al misterioso animal.

Así siguiendo las indicaciones, él y su grupo llegaron a unas colinas poco exploradas que tenían unas cuevas en las alturas.

En una de ellas encontraron unos restos congelados que con mucho cuidado bajaron al pie de los montes.

Chartier afirmó que eran de un animal de mediana longitud que parecía un gran lagarto con extremidades como alas de murciélago.

Cuando se disponían a embarcarlos fueron detenidos por un grupo de campesinos, quienes les impidieron llevárselos por temor a que el ser volador se enojara, ya que pensaban que pertenecían a una cría de la extraña criatura que había sido muerta por unos antiguos caballeros hacia muchos años, solo uno de ellos sobrevivió y les contó que habían peleado con un agresivo animal alado y que pudo escapar milagrosamente,

El mencionado caballero falleció poco después y su relato se grabó en la memoria de la comunidad, pero nunca fue comprobado.

Resignado con las manos vacías, cómo sea Jean Louis tuvo oportunidad de tomarle fotos, las cuales presentó a sus superiores, quienes dudaron de su autenticidad.

Por lo anterior decidió renunciar a su empleo y escribir una crónica de lo sucedido, la que vendió a Discovery Channel, quienes lo aprovecharon para hacer un documental que se dio a conocer en 2004 y que se hizo viral.

Cuando la prensa se presentó al domicilio del joven arqueólogo no lo encontró y se enteraron de que había salido de viaje, a un lugar que no mencionó a sus familiares.

No volvió y hasta la fecha no se conoce su paradero.

En su último comunicado, Chartier afirmó que durante una tarde vieron volar a lo lejos a una gran ave con alas muy grandes y que los lugareños le dijeron que era el ser volador que le habían dicho, que iba a reunirse con otro parecido, su travesía era en dirección al parecer rumbo a África, pero que volvería luego de varios meses.

¿Verdad o ficción?

Por: Antonio Aceves