Lejos tiene que ver la respuesta con la duración del acto sexual y, mucho menos, con el tamaño.
Para Judith Orloff, profesora de siquiatría de la Universidad de California y autora del libro Emotional Freedom, la verdadera pasión está en canalizar conscientemente el autoerotismo y la energía sexual, pero no para manipular a los otros, conquistar o volverse adicto al placer sexual a expensas de los demás.
Dice la experta en la página especializada Psychology Today, que se trata de crear ‘vínculos eléctricos’ con tu alma, tu cuerpo, con el amor y, por qué no, con el universo. “Es cuando el poder sexual se mezcla con el poder espiritual. Nos puede dar un placer que no ofrece ni el más alto intelecto. Si la persona se deja llevar por el flujo erótico, va a disfrutar del placer sin inseguridades ni inhibiciones”.
“La llave para el poder sexual, -dice Orloff- es la intimidad emocional, es el deseo de conexión con el amante, la sensación de confianza y confort de ser descubierto. Esa es la diferencia entre tener sexo y hacer el amor”. Por eso, agrega que la intimidad emocional viene del afecto, de cuidarse el uno al otro y hacerlo sentir amado y especial. Y se suma además, el ver al otro como una persona real, como sus cualidades y defectos, sin idealizar”.