La Revolución Mexicana que vivió nuestro país en los inicios del siglo pasado, tuvo como uno de sus principales objetivos, acabar con el gobierno que por más de 30 años encabezó el general Porfirio Díaz.
Este movimiento armado, también tuvo tintes políticos y sociales coinciden los historiadores, además de que sirvió para sentar las bases para el desarrollo del México del siglo veinte.
Uno de los grandes logros que dejó este movimiento, fue la creación de una constitución que garantizó la libertad democrática y la justicia social, los campesinos pudieron tener tierras, los obreros mejores condiciones de trabajo y todos los niños y jóvenes el acceso a una educación laica y gratuita.
LOGROS COMPARTIDOS
Los logros que se obtuvieron con la Revolución Mexicana fueron gracias a miles de hombres y mujeres que dieron su vida para lograr ese cambio que la dictadura no le ofrecía a las clases bajas.
Aquiles, Máximo, Carmen y Natalia fueron los primeros en seguir el llamado de Francisco I. Madero e iniciar la lucha para derrocar al dictador el 18 de noviembre de 1910, en la ciudad de Puebla.
Eran hijos de Manuel Serdán Guanes y María del Carmen Alatriste Cuesta, cuyo padre, Miguel Cástulo Alatriste Castro era abogado y militar, y fue alcalde y gobernador de Puebla entre 1853 y 1861.
Máximo Serdán Espinosa, bisnieto de Aquiles, dice que el padre de los mártires de la Revolución, Manuel, era un abogado reconocido y escribió el primer plan de Reforma Agraria en el país.
Desapareció en circunstancias desconocidas cuando sus hijos eran solo unos niños, fue declarado muerto en 1880 y su madre tuvo que criarlos sola.
FAMILIA COMPROMETIDA CON LAS CAUSAS SOCIALES
“Los Serdán Alatriste eran una familia poblana muy comprometida con las causas sociales, por ambos lados, tanto de los Serdán como de los Alatriste, de linaje traían el compromiso del servicio pero era una familia común y corriente, que querían prospera como los demás”, expone el bisnieto de Aquiles, quien desvela confesiones que Carmen, su tía bisabuela, le hizo a su abuela paterna en charlas de sobremesa cuando vivieron en la Ciudad de México.
Así en vísperas de la Revolución Mexicana, la familia Serdán, participó activamente en labores de propaganda política, en apoyo del candidato antirreleccionista don Francisco I. Madero.
Después del fraude electoral de 1910, decidieron unirse a la revolución, que fue convocada a través del Plan de San Luis.
Pero cuando la policía de la ciudad de Puebla, se enteró que existía un arsenal clandestino en el domicilio ubicado en la antigua calle de Santa Clara No. 4, casa de la familia Serdán, de inmediato rodeó el domicilio, y se conminó a los ocupantes a rendirse y a entregarse a las autoridades.
Sin embargo, los hermanos Aquiles, Máximo y Carmen Serdán, acompañados de una docena de seguidores, decidieron oponerse a las autoridades y resistieron con las armas en la mano.
El tiroteo duró varias horas.
Las autoridades enviaron a 400 soldados del Ejército Federal y a 100 policías, para aprehenderlos, pero la resistencia de los hermanos Serdán fue más de la esperada.
Finalmente, la casa fue ocupada por las autoridades.
Carmen, su mamá y la esposa de su hermano Aquiles, fueron remitidas a la cárcel; Máximo, junto con otros compañeros, murieron en la refriega, y Aquiles, un día después, fue encontrado y asesinado.
Carmen Serdán continuó la lucha por la causa revolucionaria en los años siguientes.
En 1913, tras el golpe de estado de Victoriano Huerta, formó parte de la Junta Revolucionaria de Puebla.
Para 1914, Carmen Serdán se entrevistó con Venustiano Carranza, primer jefe del Ejército Constitucionalista, y apoyó su partido trabajando como enfermera en los hospitales militares.
Por su valor simbólico, pues fue el punto en el que tuvieron lugar los primeros combates de la Revolución Mexicana, la casa de los Serdán se convirtió entonces en el Museo de la Revolución de Puebla.
Por todo lo anterior la familia Serdán Alatriste es llamada heroína y mártir de la revolución y todos los nombres de sus integrantes están inscritos con letras doradas en el palacio de gobierno de Puebla y en la Cámara de Diputados en la ciudad de México para rendirles los honores y reconocimientos derivados de su alta investidura.
Nunca será olvidado su sacrificio.
Por: Antonio Aceves