Raúl, el resilente

Raúl González Rodríguez nació el 29 de febrero de 1952 en China, Nuevo León.

Durante su adolescencia, se mudó con su familia a Río Bravo, donde empezó a alternar su tiempo entre la escuela, el trabajo y el deporte.

Su pasión por el atletismo lo llevó a la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), donde se destacó rápidamente en la marcha atlética.

Continuó participando en diversos torneos nacionales y obtuvo buenos resultados tanto en la distancia de 20 como de 50 kms.

Así se consolidó en el equipo de Caminata desde la olimpiada en Múnich 72, dónde tuvo una discreta actuación.

Una serie de lesiones le impidió tener una actuación relevante en Montreal 76.

Más tarde formó parte del equipo olímpico de Moscú 80, que fue destrozado por fallar y volver con las manos vacías.

Entonces se separó de sus demás compañeros y se entrenó por sí solo para llegar lo mejor posible a los siguientes Juegos Olímpicos.

Se propuso tomar revancha deportiva y reinvindicarse del fracaso ocurrido

Junto a Ernesto Canto se comprometieron públicamente a “lavar” el honor de la caminata mexicana.

MOMENTO DE GLORIA

Lo que ocurrió cuando en su momento de gloria cruzó primero la línea final de la competencia de marcha de 50 kms, su gran especialidad.

Esa tarde del 11 de agosto de 1984, en el Memorial Coliseum de Los Ángeles recuerda:

“Al llegar a la meta, recordé tanto trabajo que había hecho.

No puedes cometer errores en momentos así, es un recuerdo inolvidable, cambió mi vida.

Finalmente, logré lo que de muy joven anhelaba y soñaba.

Siempre se aprende más de los fracasos que de los éxitos, alcancé lo que todo atleta desea: Ser el mejor en unos Juegos Olímpicos”, compartió.

RÉCORD OLÍMPICO

Raúl implantó un nuevo récord olímpico cuando se hizo del oro con tres horas, 47 minutos y 26 segundos.

Además logró conseguir dos preseas en esos Juegos de Los Angeles 84, la primera medalla que se colgó fue de Plata en la prueba de 20 kilómetros, donde finalizó en 2do lugar.

Así concluyó su trayectoria como atleta, con una medalla dorada, en la cumbre.

Su resistencia a no dejarse vencer y levantarse una y otra vez le dieron el premio anhelado.

Ser Campeón eterno y Gloria del deporte mexicano.

Por: Antonio Aceves

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