Nostradamus

El libro de Las Profecías del augur francés es una obra que ha capturado la imaginación y el interés de todo el mundo durante siglos.

Fue escrito por Michel de Nostredame, más conocido como Nostradamus, en el siglo XVI.

Contiene una colección de cuartetas poéticas que al parecer predicen eventos futuros.

Nostradamus, nacido en 1503 en Saint-Rémy-de-Provence, Francia, fue un farmacéutico y vidente cuyas profecías han sido objeto de debate y fascinación a lo largo de la historia.

Las escribió luego de entrar en momentos de trance auto hipnótico durante las madrugadas en el interior de su domicilio.

En una ocasión dijo que no podia poner fechas exactas de cuando sucederían porque el solo veía futuros eventos que ocurrirían como un flujo de agua de un río.

No podía ver fechas ni saber cuáles ocurrirían primero que otras.

El libro, originalmente publicado en 1555 bajo el título “Les Prophéties”, consta de 942 cuartetas escritas en verso.

Sus cuartetas están organizadas en grupos llamados Centurias, que son conjuntos de 100 cuartetas (aunque no todas las Centurias contienen 100 cuartetas).

Nostradamus escribió estas predicciones en un lenguaje críptico y metafórico, mezclando el francés con el latín, el griego y otros idiomas, lo que ha hecho que su interpretación sea difícil y a menudo sujeta a controversia.

Fueran hechas así para que no tuviera problemas con los poderosos de su época, en especial con la inquisición religiosa.

Lo cierto es que ya tenía buena fama como médico ya que gracias a su limpieza y sanidad que aplicó durante la epidemia de peste bubónica ocurrida en Francia logró erradicarla en los pueblos en dónde estuvo atendiendo a los contagiados.

Poco después de ese periodo difícil y doloroso para él, ya que perdió familiares muy queridos comenzó a escribir sus celebres “centurias”.

A lo largo de los años, muchos han interpretado las profecías de Nostradamus de diferentes maneras, a menudo conectándolas con eventos históricos importantes.

Por ejemplo, algunos creen que predijo la Revolución Francesa, el ascenso de Napoleón, la Primera y Segunda Guerra Mundial, y más recientemente, eventos como el ataque del 11 de septiembre en los Estados Unidos.

Nostradamus también ha sido un personaje de interés en la cultura popular, apareciendo en literatura, películas, series de televisión y otros medios, a menudo retratado como un misterioso vidente que podía ver el futuro con una claridad inquietante.

Aunque los historiadores y académicos advierten contra tomar sus escritos literalmente, ya que muchas de las interpretaciones contemporáneas de sus profecías son retrospectivas y no están basadas en un análisis histórico riguroso, el interés en las profecías de Nostradamus no muestra signos de disminuir.

Así cada nueva generación descubre su obra y la interpreta a la luz de los eventos contemporáneos, lo que perpetúa el legado de Nostradamus como uno de los profetas más enigmáticos y discutidos de la historia.

Sigue siendo un testimonio de la fascinación humana por el futuro y lo desconocido, así como un recordatorio de la tendencia de la gente a buscar patrones y significados en los lugares más misteriosos.

Para este siglo XXI varios de sus escritos advierten al parecer de muchas catástrofes derivadas de fenómenos meteorológicos por el cambio climático, lo que ya está ocurriendo.

También sobre el advenimiento de un gran personaje que arrastrará a muchas personas a un destino aciago y mortal en esta década y que cambiará la historia de la humanidad.

Una antigua potencia mundial provocará guerras y conflictos que llevarán a una nueva conflagración mundial, de la que solo quedarán escombros de la civilización actual aunque el mundo logrará sobrevivir, de todas formas es otra fuerte profecía.

Muchas personas morirán de hambre y sed dice en otras de sus centurias pero no especifica cuando será.

El futuro no se ve bueno ni promisorio según Nostradamus.

Tal vez por el carácter inquieto y siempre cambiante de nosotros los seres humanos.

Seguiremos al pendiente de las profecías del gran vidente europeo.

Por: Antonio Aceves