EL GRAN CAMPEÓN MUNDIAL QUE NO FUE

Nació el 5 de Diciembre de 1872, en Somerville, estado de Massachussets (Estados Unidos). Falleció el 7 de Junio de 1906 en Frankford (Estados Unidos).

Harry Pillsbury aprendió a jugar al ajedrez tardíamente: a los 16 años, por eso sorprende que consiguiese resultados tan espectaculares desde el comienzo de su carrera. Gran parte de la culpa de tan rápida progresión se debió a Addison Smith, un fuerte jugador de Boston que fue su maestro.

En 1890, dos años después de aprender a jugar, consiguió vencer en un match al experimentado jugador H. N. Stone, por 5-2. En 1892 Steinitz visitó Boston y dio un sesión de simultaneas, también jugó un mini-match de 3 partidas contra Pillsbury,  se vio sorprendido y superado por el empuje de su joven adversario que venció por 2-1.

Tras estos éxitos aparecieron algunos benefactores que decidieron financiar el viaje a Europa de la nueva estrella estadounidense.

Su primer torneo internacional fue el de Hastings de 1895, competición que pasó a la historia por su impresionante nómina de participantes. A Inglaterra acudieron los mejores jugadores de la época, cuando se mencionan los grandes torneos de la historia siempre encontrareis este torneo en un lugar preferente.

Esta era la gran oportunidad de darse a conocer a nivel internacional y vaya si lo consiguió. Desplegando un gran juego, logró alzarse con el triunfo final por delante de Mikhail Tchigroin, que fue 2º. Más retrasados en la clasificación final figuraron jugadores ilustres como Steinitz, Lasker, Janowski o Tarrasch.

Tras este gran éxito fue invitado a participar en el Torneo de San Petersburgo (1895), los organizadores rusos intentaron hacer un torneo selecto y para ello invitaron a los 5 primeros clasificados de Hastings.

Aceptaron todos salvo Tarrasch, que renunció a su derecho a jugar por incompatibilidad con su trabajo (era doctor). Pillsbury comenzó el torneo pleno de fuerza y moral, apuntándose varias victorias. Pero su fuerza fue decayendo y finalmente se vio superado por Lasker y Steinitz.

En este torneo sufrió el contagio de la tuberculosis, enfermedad que le acompañó el resto de su vida.

Después del torneo de San Petersburgo, Pillsbury regresó a los Estados Unidos y en 1897 fue retado por Jackson Showalter, en este match se ponía en juego el título de campeón de Estados Unidos. Como era de esperar Pillsbury obtuvo la victoria (12’5-8’5), pero se negó a aceptar el título de campeón porque no era un match oficial.

Un año después se volvió a organizar el mismo match contra Showalter, pero esta vez de manera oficial. Pillsbury volvió a derrotar de nuevo a su rival, en esta ocasión por 8-4 y se convirtió en el primer campeón oficial de Estados Unidos.

En 1898 tomó la decisión de volver a jugar a Europa, Pillsbury necesitaba confirmar las fenomenales expectativas levantadas en su anterior visita y volvió a subirse en un barco para ir en busca de los maestros europeos.

En aquella época no se organizaban muchos torneos, por lo que sólo disputó 4 torneos en 2 años.

Sus resultados fueron excepcionales, ocupando siempre uno de los tres primeros lugares.

Estas actuaciones le sirvieron para terminar de ganarse el respeto de los ajedrecistas europeos que le consideraban uno de los jugadores más fuertes de la época.

En 1900 regresó a su país natal y durante ese año dio 150 exhibiciones de simultaneas por todo el país (recorriendo 40.000 millas).

Tras estas extenuantes sesiones de simultaneas, Pillsbury decidió regresar a Europa por tercera y última vez.

Sus resultados volvieron a ser muy positivos, pero su juego comenzó a verse afectado por la enfermedad contraída en 1895 y no consiguió alcanzar el nivel demostrado en Hastings y San Petersburgo.

De hecho, cada año su fuerza se iba apagando y sus resultados se iban resintiendo. Podéis ver su brillante palmarés en el siguiente enlace (Palmarés de Pillsbury).

Para muchos, Pillsbury debió ser candidato al campeonato del mundo, pero Lasker prefirió elegir a otros jugadores a la hora de poner en juego su título.

Hablemos un poco de su estilo de juego. Pillsbury asimiló las enseñanzas de Steinitz y Tarrasch y, como casi todo el mundo en su época, se decantó por las partidas cerradas.

Los sacrificios de pieza eran habituales en sus partidas, estas espectaculares combinaciones le valieron varios premios de belleza y le separaron de la línea de la época donde se despreciaba el juego de ataque.

Batió todos los records de la época en cuanto al número de partidas en unas simultaneas, dejando la marca de Zukertort, que era de 16 partidas, en un total de 22 partidas.

Una de estas exhibiciones la dio en La Habana en 1899, uno de los espectadores era un niño llamado José Raúl… de apellido Capablanca. El niño se quedó prendado por lo que vio allí y desde entonces no tuvo ojos más que para el ajedrez (esta es una historia que contó el mismo Capablanca).

De vuelta a Europa disputó varios torneos, pero ya se encontraba muy enfermo, y nunca pudo desbancar de los primeros lugares a Lasker.

Murió en 1906 aquejado de la sífilis contraída tiempo atrás, que se le complicó con una tuberculosis.

Solo tenía 33 años.

Por: Antonio Aceves

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